quarta-feira, 11 de junho de 2008

Machu Pichu


"Entonces en la escala de la tierra he subidoentre la atroz maraña de las selvas perdidashasta ti, Macchu Picchu.Alta ciudad de piedras escalares,por fin morada del que lo terrestreno escondió en las dormidas vestiduras.En ti, como dos líneas paralelas,la cuna del relámpago y del hombrese mecían en un viento de espinas.Madre de piedra, espuma de los cóndores.Alto arrecife de la aurora humana"
(“Altos del Macchu Picchu” – Pablo Neruda)

Perú es uno de los países que reúnen algunas de las mejores maravillas naturales que existen en la Tierra: el lago navegable más alto del mundo, el Titicaca, algunas de las selvas mejor conservadas, y el cañón más profundo del mundo, el Cotahuasi…. pero sobre todo, hablar de Perú es hablar del Macchu Picchu, de un mito que se hizo realidad en 1.911 cuando Bingham lo descubrió; es hablar de cientos de leyendas; es hablar de toda una cultura, la inca, tan misteriosa como desconocida… hablar del Macchu Picchu es hablar de un auténtico Teosoro en piedra, oculto en lo más profundo de las entrañas de la Cordillera de los Andes, allá donde el río Urubamba da origen al Valle Sagrado de los Incas… y así, entre piedras, entre agua, entre nubes, la historia del Macchu Picchu se entronca con la leyenda.
Esta maravilla es un asentamiento que los Incas construyeron durante el siglo XV, al parecer como mausoleo para Pachakuteq, el fundador del imperio Tawantinsuyu. Esta ciudad mausoleo presenta grandes edificaciones de piedra que se reparten entre el barrio alto o Hanan y el bajo o Hurín. En el barrio alto nos encontramos el Templo del Sol, algunos palacios y sobre todo, el Intihuatana, un monumento desconocido del que no se sabe bien si es un altar, un reloj solar o un observatorio astronómico. En la parte baja se concentran las edificaciones más pobres, casas, talleres… Entre la parte alta, la considerada “santuario” y la baja, hay conexiones en forma de caminos y estrechas callejas, casi siempre en forma de escalinatas, que se entrecruzan en las conocidas terrazas. Un muro parecía rodear y separar a la parte de los edificios y templos donde se celebraban los ceremoniales.
Pero quizás, la parte más impresionante, se encuentre en la zona norte del Santuario, en la parte alta de la ciudadela. Detrás de la roca sagrada, hay una escalinata que sube hasta el Wayna Picchu, la Montaña Joven. Merece la pena el esfuerzo de atravesar la colina conocida como Uña, y trepar por los difíciles escalones tallados en la misma montaña, para alzarse en la cima, y admirar desde allí el bellísimo paisaje que se extiende a nuestros pies. Allí, a una altura de 2.720 m. sobre la piedra labrada de la “Silla del Inca”, veremos extendidos a nuestros pies todo el santuario del Macchu Picchu como si se tratara de una estampa fotográfica robada al tiempo; y mucho más abajo, todo el cauce del río sagrado del Urubamba y los valles y quebradas que forman la Cordillera de los Andes. Ahí entendemos el verdadero concepto de lo que es la belleza de este sublime monumento, sentados, sintiendo el frescor del aire puro en nuestra cara, sumergidos en un silencio sagrado, nos dejamos llevar para fundirnos como un solo ser con la Naturaleza.

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